¿volverá la pena de muerte?
Los miembros del ‘equipo de sujeción’ amarraron las correas de cuero a la camilla por encima de Howard y sujetaron sus brazos a los angostos tablas que emergían a cada lado del colchón. Cubrieron la parte inferior de su cuerpo con una sábana blanca. Metieron sus brazos en las argollas de metal de la camilla.
Los asistentes a la ejecución entraron a tres compartimentos separados: una pequeña sala de observación para los testigos que habían sido cercados a la víctima del homicidio, una para los testigos de Howard, y otra desde el cual un técnico anónimo administraría el veneno. Como periodista, fui admitido en uno de los cuartos de los testigos -en el de la víctima- donde estuve parado detrás de la viuda e hija y antiguos colegas de Bill Davidson, el hombre que mató Howard 13 años antes. Desde la parte de atrás del compartimento me encontré en la incómoda posición de tener que estirarme para ver mejor algo que en realidad no quería ver: la ejecución de Ronald Howard.
"Es dolorosamente surrealista", me advirtió un abogado defensor que ha presenciado dos ejecuciones. "La idea de que entras a un cuarto donde hay alguien que está vivo y que no saldrás sino hasta que esté muerto... Me persigue". A través de los espacios entre los cuerpos frente a mí, podía divisar al director de la prisión parado junto a la cabeza de Howard, el capellán a sus pies. Desde el techo descendía sobre la camilla un micrófono, de modo que pudiera dictar su última declaración.
Howard era un atractivo negro de 32 años, de Houston, que mató a Davidson a balazos, un policía blanco, cuando tenía 18. Levantó su cabeza sobre la almohada y miró hacia la ventana con barrotes que lo separaba de nuestro cuarto. "A la familia de la víctima", dijo, suavemente, "espero que esto ayude en algo. No sé cómo, pero espero que así sea".
Una Cronología de la Pena de Muerte
"Y a todos ustedes", agregó, volviéndose hacia la otra ventana, detrás de la cual observaban su hermano menor y dos amigos. "Os quiero a todos. Sabéis que os quiero". Les agradeció por localizar a varios de sus hijos y repitió que los quería. La dosis letal empezó a fluir a las 6:12. "Os quiero. Os quiero", susurró antes de volver a tenderse. Una de las drogas, bromuro de pancuronio, hace desplomar los pulmones; otra, cloruro de potasio, paraliza el corazón. El último suspiro de Howard fue una profunda inhalación, seguida de un suspiro.
Linda Sue Davidson y Kimberly Karl, la viuda e hija de Bill Davidson, a apenas unos metros de Howard, se abrazaron. Eran mujeres robustas, y estaban muy maquilladas; la mujer llevaba una alianza matrimonial de hombre colgando de una cadena de su cuello. Cuando Howard cerró sus ojos, se miraron y susurraron: "Te quiero". Entonces se besaron suavemente. A las 6:24 Howard fue declarado muerto por un doctor con traje negro y guantes de goma.
Así es como se hace en Texas, que ha ejecutado a más gente que cualquier otro estado y realizado más de un tercio de las ejecuciones en Estados Unidos desde 1976. Howard fue la persona número 14 en ser ejecutada aquí en 2005, la número 350 desde que Texas reimplantara la pena de muerte hace 30 años. Más de dos tercios de los tejanos apoya la pena de muerte, aunque no es que clamen por ella: La máquina de la pena capital se ha estado desgastando tan firmemente durante tantos años que otra ejecución apenas llama la atención, mucho menos una aprobación declarada. Aunque el crimen de Howard fue notorio en la época en que fue enjuiciado, la mayoría de la gente lo había olvidado para cuando fue ejecutado.
Pero es verdad que últimamente ha habido más discusiones sobre la pena de muerte en Massachusetts que en Texas. Los tres últimos gobernadores de Massachusetts han apoyado todos la pena de muerte. En 2003, la condena a muerte de Gary Lee Sampson -condenado según las leyes federales de pena capital después de asesinar a dos personas en Massachusetts durante el robo de un coche ocupado- volvió a encender el debate en el estado. En abril pasado, el gobernador Mitt Romney introdujo un proyecto de ley que habría reimplantado la pena capital, pero los diputados la rechazaron en noviembre. "Sabíamos que sería difícil, pero todavía estoy decepcionado, porque pensaba que la Cámara reconsideraría las garantías que había en mi proyecto", dice. "Espero que con el tiempo los miembros de la Legislatura de Massachusetts lleguen a creer, como yo, que hay algunos crímenes que merecen la pena última y que del mismo modo que la ciencia puede absolver a los inocentes, también puede identificar a los culpables". El mes pasado, al anunciar que no se presentaría a la re-elección, Romney dijo que hacer aprobar su proyecto de ley sobre la pena de muerte sería imposible en un Parlamento controlado por los demócratas.
Los detractores del gobernador desestimaron su propuesta como un gesto puramente político para atraer a los electores conservadores en caso de que se presentara a las elecciones presidenciales. Incluso así, el intento de Romney de "actualizar" la pena de muerte en Massachusetts ilustra el constante apoyo de la pena capital -en una encuesta de 2005 del Servicio de Prensa de la Cámara, dos tercios de los encuestados estaba a favor de su propuesta, aunque se hacían las mismas preguntas que me hice yo durante la ejecución de Ronald Howard: ¿Sirve para algo la pena de muerte? ¿Qué objetivo sirve? Y dadas las atroces imperfecciones de la pena de muerte existente, ¿puede ser la pena capital alguna vez ‘justa’?
Entre la condena inicial de Howard en 1993 y hoy, la pena de muerte se ha convertido en un tema de mayor preocupación en todo el país, en gran parte debido al número de exoneraciones del corredor de la muerte: desde 1973 se ha dejado en libertad a 122 personas, 54 de ellas desde 1997. Las pruebas de ADN de las evidencias explica algunos de esos casos, pero sólo una parte. Casi el noventa por ciento de las exoneraciones han resultado de otros desarrollos, como la retractación de testimonios de los testigos o refinamientos de las técnicas forenses, de acuerdo al Centro de Información sobre la Pena de Muerte. Esos casos acentúan no solamente el riesgo de condenar y matar a una persona inocente (algo que ciertamente ha ocurrido), sino también las imperfecciones y desigualdades más amplias en el proceso. Sin embargo, las ejecuciones continúan. Dese 1977 se ha ejecutado en Estados Unidos a una persona cada diez días -un total de más de mil- y otras 3400 están ahora en el corredor de la muerte en 38 estados que aplican la pena capital.
Las fallas de los sistemas de pena de muerte han convencido a muchos de apoyar las moratorias del estado, especialmente George Ryan en 2000, cuando era gobernador de Illinois. Antes de que Romney enviara su proyecto de ley al Parlamento, reconoció el amplio rechazo al régimen existente y cuestionó la suposición de que no podía ser mejorado formando una comisión para que creara un mejor procedimiento para Massachusetts. El estado necesita la pena de muerte, dice. Aunque hay pocas investigaciones que permitan afirmar que la pena de muerte actúa como disuasivo del crimen, en una entrevista conmigo poco antes de que su proyecto fuera rechazado, insistió en que era así. "Los estudios te pueden mostrar cualquier cosa", dice. "El castigo tiene un impacto sobre los actos, y la idea de que un castigo más severo afectará los actos es obvia hasta para un niño. No hay ninguna duda en absoluto de que la pena de muerte reduciría varios de los crímenes más atroces".
En diciembre de 1923, después de que los diputados de Texas aprobaran reemplazar la horca local por la electrocución estatal, se instaló una silla eléctrica (que pronto sería conocida como ‘la Vieja Chispas’) en la cárcel de Huntsville. El capitán R.F. Coleman dejó su trabajo como guardián en Huntsville un mes más tarde. "No se puede hacer eso, chicos", dijo a los periodistas. "Un guardián no puede ser guardián y asesino al mismo tiempo. La penitenciaría es un lugar para reformar a los hombres, no para matarlos".
Una Lotería
La historia de la pena capital en Texas, comparada a una lotería por la revista Texas Monthly después de un estudio de 2002, sugiere lo difícil que es dictar una sentencia de muerte justa. Las taras del sistema tejano -entre ellas, los abogados de oficio que dormitan durante los juicios y laboratorios de criminalística ineptos- han sido ampliamente comentadas.
Son acusados indigentes los que terminan con representantes legales narcolépticos, y los que terminan en el corredor de la muerte. "La mayoría de los sentenciados a muerte son pobres y marginados", dice James Marquart, profesor de criminología de la Universidad de Texas en Dallas y co-autor de una historia de la pena capital en el estado. "Los definimos como si fueran diferentes al resto de nosotros, y cuando alguien es definido como diferente a ti, los puedes tratar de manera bastante dura".
En 1972, en parte debido a la evidencia de que la pena de muerte se imponía de manera desproporcionada a los reos pobres y de minorías, la Corte Suprema resolvió que la pena capital, tal como había sido aplicada hasta el momento, era inconstitucional. Para reiniciar las ejecuciones, los parlamentos de los estados tenían que formular instrucciones más estrictas para que los jurados pudieran dictar sentencias. En Texas eso significaba que sólo algunos tipos de homicidio podían ser castigados con la pena de muerte y que los jurados debían constatar que el acusado continuaba siendo una amenaza para la sociedad. Desde el cambio de la ley, los prejuicios raciales a la hora de dictar sentencias de muerte se han reducido en Texas, pero los acusados negros todavía constituyen el más alto porcentaje en el corredor de la muerte del estado.
Ronald Howard, que creció en el gueto de South Park, en Houston, empezó a robar coches y a traficar drogas cuando era adolescente. El fiscal que lo acusó lo retrató como un pandillero despiadado; su propio abogado sostuvo que su pasado de pandillero lo había impulsado a matar a Davidson. Nadie puso en duda que la noche del 11 de abril de 1992 Howard estaba conduciendo un GMC Jimmy robado por una carretera del condado de Jackson, al sur de Houston, cuando Davidson lo hizo parar para chequear un foco roto. Cuando el agente se aproximó, Howard cogió una pistola calibre 9 que su madre había comprado en una casa de empeños. Bajó la ventanilla, disparó y se alejó. Otros agentes empezaron a darle caza, y Howard chocó el coche contra una casa antes de que fuera aprehendido. Davidson murió pocos días después.
El asesinato de un agente de policía es un crimen capital en Texas; si pedir o no la pena de muerte en un caso capital es decisión del fiscal del distrito. "Recogemos toda la información que podemos e investigamos los factores atenuantes y agravantes", explica Lyn McClellan, un fiscal del despacho del fiscal de distrito del condado de Harris. "¿Es su primer delito? ¿Tiene problemas mentales? ¿Tiene problemas con las drogas? Todo eso se toma en cuenta para determinar si pediremos o no la pena de muerte o si lo trataremos de otro modo".
Los juicios de pena de muerte de Texas se dividen en dos fases: la fase en que se demuestra la culpabilidad o la inocencia y la fase del castigo. Es en la segunda fase la que encarga a 12 personas corrientes de sopesar el valor de una persona. Toman en cuenta si el delincuente representa una amenaza futura para la sociedad y si hay factores atenuantes que podrían librarlo a él o ella de la pena de muerte. Así, la decisión sobre la muerte depende en gran parte del temperamento del jurado y de la calidad literaria de los alegatos en la fase del castigo del juicio. Los miembros del jurado que han encontrado culpable a alguien de un asesinato brutal no están normalmente dispuestos a la indulgencia, pero el trabajo del abogado defensor es tratar de explicar "las influencias que expliquen por qué la persona es como es, se trate de influencias sociales o de temas relacionados con la salud o la familia", dice John Niland, director del Proyecto Piloto de la Defensa en Casos Capitales de Texas.
En el caso de Howard, juzgado un año después del crimen, el fiscal del condado de Jackson, Robert E. Bell, pidió la pena de muerte. Debido a que Howard se reconoció culpable, el único problema a tratar era si sería o no condenado a muerte. Para convencer al jurado de que lo dejaran vivir, el abogado defensor Allen Tanner explicó que Howard había vivido toda su vida en un barrio donde las relaciones entre los residentes y la policía eran malas y en una ciudad donde en los últimos años habían muerto dos personas en enfrentamientos con la policía. Dijo que Howard pensaba que Davidson lo había hecho parar simplemente porque era negro. Dijo que Howard había estado en la cárcel antes y que no quería volver otra vez a ella y que Howard pensó que hiriendo a Davidson podía escapar. Tanner dijo que Howard no había disparado con la intención de matar a Davidson y que no representaba un riesgo para la sociedad. Y dijo que Howard había estado escuchando música que predicaba la violencia contra los polis, como 2Pacalipse Now, de Tupac Shakur. Inclusive hizo oír al jurado algunas canciones raperas. (Uno se pregunta si esto ayudó o perjudicó a la defensa de Howard). Bell, por otro lado, pintó el asesinato como "una ejecución a sangre fría" de un marido y padre que sólo hacía su trabajo. Después de seis días de deliberaciones, durante los cuales dos de los miembros del jurado votaron por su vida, el jurado aceptó los argumentos de la acusación y votó unánimemente por la muerte.
En opinión de fiscales como McClellan, las sentencias de muerte resultan de los terribles hechos del crimen mismo, no de la calidad de los abogados. "La gente piensa que los jurados de Texas están para matarte", dice McClellan. "Pero, bueno, los jurados de Texas los conforman en un 60 por ciento gente del norte. Yo reto a cualquiera a encontrar a alguien que no sea del norte. La gente piensa que todos aquí son nacidos y criados con una pistola tejana en el cinto, y eso no es verdad".
Pero sin subestimar la gravedad del crimen de Howard, incluso un partidario de la pena de muerte podría preguntarse si un chico de 18 años debería ser condenado a muerte por ello. O si deberíamos ejecutar a los que asesinan impulsivamente en el transcurso de un atraco. ¿Son realmente calaña?
Marquart, partidario de la pena capital, sostiene que la sentencia de muerte ha sufrido algo así como escalofríos. Cuando los legisladores formularon la nueva ley en los años setenta, dice, "tenías que ser una amenaza permanente para la sociedad, con una historia continuada de violencia y patologías en tus antecedentes. Se trataba de gente como Ted Bundys -eso es lo que querían al principio. Para mí, la pena de muerte ha sido simplemente usada con exceso por delitos que no creo que satisfagan ese tipo de criterios".
Una Mejor Pena de Muerte
¿Qué sería una pena de muerte ‘mejor’? Mitt Romney, durante su campaña para gobernador de 2002, juró que trataría de reintroducir la pena capital en Massachusetts. En 2003 formó una comisión de 11 miembros para formular recomendaciones para "un nuevo tipo de pena de muerte", que debería ser estrechamente aplicada y requeriría normas de evidencia más estrictas. El Consejo sobre la Pena Capital del gobernador, que incluía a académicos, abogados y expertos forenses, no estudiaron si la pena capital debía ser reimplantada, sino solamente cómo formular una mejor ley, y sus miembros juraron dejar de lado sus opiniones sobre la moralidad y conveniencia de la pena de muerte.
"En realidad deliberé durante meses antes de aceptar el nombramiento, en parte porque trabajo en un hospital, donde nuestra misión es aliviar el dolor y el sufrimiento", dice Frederick Bieber, un experto forense en ADN y profesor de patología de la Facultad de Medicina de Harvard, que fue co-presidente del consejo. "Y me pregunté, francamente, si no habría un conflicto inherente en participar en un panel sobre si terminar o no con una vida". Pero al final aceptó "con entusiasmo", dice, "porque 38 estados y el gobierno federal y las fuerzas armadas de Estados Unidos tienen todos leyes que permiten la pena de muerte y muchos están empezando a revaluar sus leyes actuales y pensé que hicimos un buen trabajo, que podíamos tener una influencia positiva sobre otros grupos".
En contraste, la comisión de reforma formada por el gobernador de entonces, Ryan, de Illinois, el grupo de Massachusetts no estuvo restringido por la ley de pena de muerte del código penal, con sus instituciones asociada e intereses políticos creados. La comisión trabajó libre de preocupaciones prácticas. Estaba fuera de su fuero determinar cuánto costaría un sistema de pena capital ni cómo debía ser implementado, una gran ventaja de acuerdo a Joseph Hoffman, un profesor de derecho de la Universidad de Indiana y co-presidente de la comisión. "El gobernador dijo: ‘Dénnos el patrón de oro; dígannos qué debemos hacer’, y esa es la razón por la que participé", dijo Hoffman. "Era una oportunidad de hacer algo novedoso y formular algo mejor que todo lo existente".
Los miembros de la comisión limitaron los delitos que pudieran ser punibles con la pena de muerte a una corta lista de homicidios con agravantes: asesinatos cometidos por terrorismo político o para obstruir la acción de la justicia; asesinatos después de torturas prolongadas; asesinatos múltiples; o asesinatos cometidos por alguien ya hubiese sido condenado por homicidio en primer grado.
Otras recomendaciones de los miembros de la comisión, incorporadas en el proyecto de ley de Romney, exigían el uso de evidencias científicas y una norma que determinaba la culpabilidad "fuera de toda duda" para evitar las condenas erróneas, establecían un sistema de abogados de oficio casi calificados para representar a los acusados, e incorporaban múltiples rondas de revisión que detectarían los casos falsos o las condenas erróneas. Para tener una pena de muerte más justa, dice Hoffman, el estado debería implementar todas las propuestas, y no sólo algunas. "Las recomendaciones no son aisladas, y uno de los principales peligros es pensar que todo estará bien si incorporamos una, o cinco, o siete", dice. Como Bieber, Hoffman espera que el trabajo de la comisión influya en la reforma en otros estados, incluso si el proyecto de ley de pena de muerte no es aprobado nunca en Massachusetts.
El Precio de un Abogado
Problemas con la pena de muerte en otros lugares, sin embargo, están directamente ligados a la reluctancia de los estados a pagar el alto precio de una fuerte defensa.
"¿Cuántos de los que están en el corredor de la muerte son ejecutados por el fracaso de sus abogados?", pregunta David Dow, director de Red de la Inocencia de Texas del Centro Jurídico de la Universidad de Houston. "Casi todos. Ser condenado a muerte está apenas relacionado con lo que hicieron. Probablemente es que tuvieron malos abogados, fiscales y policías corruptos -eso es lo que envía a la gente al corredor de la muerte. Todavía tenemos abogados que abandonan a sus clientes en alguna de las fases del proceso legal". El abogado de Ronald Howard, dice Dow, no presentó la apelación final a la Corte Suprema. Y mientras el estado puede exigir que los casos de pena de muerte sean tratados por los abogados con más experiencia, como en Texas en 2001, "no puedes garantizar una buena defensa, porque los estados no están dispuestos a pagar lo suficiente a los abogados", dice Dow.
Eso es un problema no solamente en Texas. Últimamente Massachusetts ha tenido problemas en asignar abogados a acusados pobres en casos criminales debido a las bajas tarifas que paga el estado. El año pasado, Romney denunció el rechazo de los abogados a ocuparse de esos casos y, al menos inicialmente, resistió los llamados para aumentar la escala de pagos. Pero Romney eludió las preguntas sobre los costes de su propuesta. "Esto no se mide en términos de costes. Esta es una medida que se basa en la vida, en la preservación de la vida a través de la disuasión que es la pena de muerte", me dijo. "En mi opinión, la gente que se opone a la pena de muerte sobre bases morales tiene una posición honesta y comprensible, pero los que tratan de producir otras razones están metiendo la cabeza en la arena".
La última vez que Massachusetts estuvo cerca de aprobar la ley de pena de muerte fue en 1997, después de que fuera secuestrado Jeffrey Curley, un niño de Cambridge de 10 años, que fue luego sodomizado y asesinado por dos hombres. El asesinato recibió una amplia cobertura en la prensa y en el Parlamento el margen de 10 votos que impedía la adopción del proyecto de ley sobre la pena de muerte desapareció de un día para otro. El Senado adoptó una versión, y la Cámara aprobó otra por 81 contra 79 votos, y sólo en una segunda votación de la Cámara el proyecto fue rechazado debido a que un diputado cambió de opinión. Desde entonces los gobernadores republicanos del estado han continuado apoyando la pena de muerte, mientras los márgenes contra ella se han ampliado en la Cámara y en el Senado (la votación en la Cámara sobre el proyecto de Romney ni siquiera estuvo cerca -99 contra 53- y el Senado ni siquiera tiene planes de considerarla). La mayoría de los activistas contra la pena de muerte se sienten bastante seguros de que Massachusetts no reimplantará la pena capital.
"Hemos tenidos dirigentes en el Parlamento que se oponen a la pena de muerte, lo que significa que nadie la está impulsando desde dentro", dice Norma Shapiro, de la Unión Americana de Libertades Civiles de Massachusetts. Sin embargo, los activistas admiten que otro crimen tan horroroso como el de Curley podría inclinar la balanza hacia el otro lado.
La Última Entrevista
Dos semanas antes de su ejecución, Ronald Howard me otorgó una entrevista. Hablamos a través del teléfono de la cárcel, sentados a lados opuestos de una ventana en la sala de visitas de la Unidad Polunsky, donde se ubica el corredor de la muerte de Texas. Se había estado despidiendo, preparándose para su "cita", pero al mismo tiempo estaba tratando de no preocuparse demasiado del asunto. Tenía la voz suave y era reflexivo. ‘Para decir la verdad, pienso que yo querría vengarme si alguien le hiciera algo a mi hijo, a alguien querido", dijo. "Me gustaría decir que no, porque creo que toda la gente puede cambiar, pero entro en conflicto conmigo mismo cuando pienso sobre mis seres queridos.
Si tuviera que decir algo, creo que la condena a cadena perpetua estaría bien. Eso es, de todos modos, más que un castigo. ¿Quién quiere llegar a la vejez en la cárcel?"
Hablando sobre su propio caso, dijo: "Estoy en problemas porque maté a un agente de policía. Ese caso me etiquetó para toda la vida. ¿Es justo? No es un proceso en el que al final tienes lo peor de lo peor, es imposible que eso sea así. En el corredor de la muerte de Texas, hay un montón de gente que tenían 18 a 22 años cuando se metieron en problemas. Diez años más tarde, ¿son la misma persona? Algunos de ellos quizás lo sean, pero un montón de nosotros crecimos. Un montón de nosotros hicimos cosas cuando éramos jóvenes de las que no estamos orgullosos. ¿Tienen que matarnos ahora?"
Para McClellan, el fiscal del condado de Harris, la pena de muerte es "el derecho de la sociedad a defenderse".
Aunque, a diferencia de Romney, duda de que tenga algún efecto disuasivo, compara la pena de muerte con alguien que se defiende y mata a su atacante. "Cuando cometes un acto imperdonable que no puede cambiar nunca más, tienes que aceptar las consecuencias", dice.
Pero, ¿qué consecuencias? El riesgo de condenar y matar a una persona inocente es en sí mismo un argumento contra la pena de muerte, pero incluso la condena de asesinos que son ciertamente culpables plantea una pregunta difícil: ¿Hay algún modo sistemático para determinar quién ‘merece’ morir?
El año pasado, en un congreso de la Facultad de Leyes de Indiana convocado para analizar el informe del consejo del gobernador de Massachusetts, un académico observó que la exigencia de que la acusación satisfaga la norma de que no haya dudas sobre la culpabilidad dejaría algunos de los crímenes más espantosos fuera del alcance de la pena de muerte.
Le pregunté a Howard qué pensaba de los miembros del jurado que lo habían condenado.
"Me gustaría que hubieran tenido la posibilidad de saber quién soy realmente en lugar de todo ese sensacionalismo", dijo. "No soy la persona que creen. No trataría de convencerlos de que soy un ángel, pero no era terrible ni el peor de todos. No, ese no era yo".
La última vez que el estado de Massachuetts ejecutó a un hombre fue en 1947, cuando condenó a los homicidas Philip Bellino y Edward Gertson a la silla eléctrica en la Penitenciaría de Charlestown. En los años cincuenta y sesenta, la pena de muerte era legal en Massachuets, pero una serie de gobernadores que se oponían a ella se negaron a firmar las sentencias de muerte de los convictos. Y en 1957, el gobernador Foster Furcolo nombró una comisión para estudiar la abolición de la pena de muerte. La mayoría de la comisión concluyó que la pena de muerte no ofrecía más protección a la comunidad, que la prisión de por vida, y recomendó que fuera abandonada.
En 1975, y nuevamente en 1984, la Corte Suprema Judicial declaró que la pena de muerte era inconstitucional, pero, sin embargo, el tema de la pena capital si asomando su cabeza en las campañas políticas. "Todavía estamos viviendo con el temor de que aumente la delincuencia", dice el profesor del Boston College, Alan Rogers, que está escribiendo la historia de la pena de muerte en Massachuetts. "Cualquier que tenga aspiraciones de ser gobernador o de ocupar un cargo más alto tiene que decir algo sobre la pena de muerte, y usualmente lo que dicen es que están a favor de ella".
Debido a que Romney no nombró a nadie para estudiar la necesidad, costes o implementación práctica del estatuto de la pena de muerte, los detractores creen que su propuesta no fue nunca seria. "Fue solamente simbólica", dice Franklin Zimring, profesor de leyes en la Universidad de California en Berkeley. "Lo que ocurrió en Massachusetts es que el gobernador dijo: ‘Miren, quiero que vuelva la pena de muerte. Investiguen a cambio de qué’. Y ellos volvieron y dijeron: ‘Prácticamente, a cambio de nada".
Así que quizás Romney inventó de verdad la pena de muerte perfecta, una que no enviaría nunca a la cámara de ejecución a un hombre inocente -una pena de muerte que es sólo la idea de la pena de muerte, que nunca se convirtió en ley y que por eso nunca pudo cometer los errores e injusticias que la pena de muerte real causa en otros lugares.
Puede escribir a Karen Olsson a: karenolsson@gmail.com
2 de enero de 2006
©traducción mQh
1 comentario
javy cabrera -